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Los esfuerzos por organizar y sistematizar el
conocimiento tienen su origen cuando los pobladores del paleolítico
dibujaron imágenes en las cuevas e inscribieron datos numéricos
en hueso y piedra, pero los testimonios escritos más lejanos
acerca de investigaciones científicas provienen de Mesopotamia,
en lo concerniente a la astronomía, la química, las enfermedades
y las tablas matemáticas.
Vestigios de los babilonios demuestran que conocían el teorema
de Pitágoras y contaban con un sistema sexagesimal, desde el
año 2000 antes de nuestra era, sin embargo, fue Aristóteles quien
estudió y sistematizó la mayoría de las ramas del conocimiento,
como la biología, la psicología, la física y la literatura, así como
la lógica formal, la zoología y la filosofía. Es considerado
como el pensador más importante e influyente de occidente.
La ciencia, como creatividad del hombre, se ha transmitido por
medio de escritos a través de la historia, cuya antigüedad se
remonta hasta hace 4 milenios. A las escuelas y universidades
de la Edad Media se les atribuye la preservación de estas obras
y el impulso a las tareas científicas. Las sociedades científicas
del Renacimiento apoyaron estas labores de conservación, de las
cuales la más antigua es la Accademia
Nazionale dei Lincei, establecida en 1603, a la que perteneció Galileo
Galilei.
Además de las publicaciones, los científicos vieron facilitada
su comunicación desde finales del siglo XIX, gracias a la fundación
de asociaciones internacionales, como la Oficina Internacional
de Pesas y Medidas y el Consejo Internacional de Investigación.
Por otra parte, las grandes industrias crearon áreas de investigación,
que periódicamente publicaron informes acerca de sus trabajos.
Después de los mayordomos, los pregoneros, las hojas volantes
y la Gazeta de México, que alimentaron la información
popular en las épocas prehispánica y la hispánica, apareció un
periodismo científico en la Nueva España. En publicaciones como La
Unión Mexicana, El Mosquito y El Hijo del Pueblo, se publicaron
notas y artículos sobre asuntos científicos, además de temas
de literatura, educación, historia y política, entre otros.
Hoy la información científica es publicada principalmente en
libros y revistas, aunque estas últimas, por su periodicidad,
tienen una ventaja sobre los libros, en cuanto a la divulgación
de información especializada y de actualidad.
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